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En una época en que aún no se extendía la televisión, y sólo se disponía de la radio y el cine, la selección y compra de un disco sin duda era algo importante. Todavía hasta la década de 1950 la música clásica representaba un segmento importante del mercado, y figuras como el director italiano Arturo Toscanini (1867-1957) eran aclamadas en todo el mundo y consideradas una leyenda viviente. En tiempos más recientes un director bastante conocido es Hebert von Karajan (1908-1989), pero el gusto por la música clásica ya no es el mismo, y es común el cliché usado en películas, comerciales y programas televisivos de que es "aburrida".
Para darnos una idea del gusto generalizado que se tenía por este tipo de música, hay que recordar al primer cantante que vendió un millón de discos. Estoy seguro que si se hiciera una encuesta, en el lugar que fuera, las respuestas serían Elvis Presley, Frank Sinatra y otras por el estilo. Están muy, pero muy lejos de la respuesta correcta: El primer cantante que vendió un millón de discos fue el tenor italiano Enrico Caruso (1873-1921), y lo consiguió ¡en 1902! Si consideramos que la industria fonográfica apenas comenzaba, es toda una hazaña.
Desde sus inicios los discos RCA de Sello Rojo (Read Seal) han sido para la música clásica, y aún existen como parte del catalogo de Sony Masterworks. Aunque el comercial no lo menciona, porque se sobreentendía, los discos eran LPs de 78 rpm y las obras que se reseñan brevemente aún son consideradas por los conocedores como verdaderas joyas. La primera sinfonía de Beethoven fue grabada aproximadamente en 1939, y aquí pueden ver el disco original. En Amazon se puede comprar las 9 sinfonías de Beethoven ya sea en CD o como descarga en MP3.
Han pasado muchos años, los avances tecnológicos en grabación han sido tremendos, pero con todo, no pueden sustituir un gran talento. Por ejemplo, las sinfonías de Beethoven se han vuelto a grabar muchas veces, con una calidad de sonido muy superior a la que podía lograrse en 1939... pero aún con esto, no son pocos los coleccionistas, amantes de la música clásica, que siguen buscando grabaciones antiguas, por una razón muy sencilla: Una gran interpretación llega directamente al corazón, nos emociona, se reconoce el talento de su creador, e inevitablemente se vuelve inmortal.
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